domingo, 19 de enero de 2020

8 DE ABRIL

PRIMERA LECTURA. Isaías 50,4-9.

Tercer cántico del siervo: sufrimiento y confianza. (Is 42,1-9; 49,1-13; 53).

4Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido
una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oido,
para que escuche como los iniciados.
5El Señor me abrió el oído:
yo no me resistí ni me eché atrás:
6ofrecí la espalda
a los que me apaleaban, las mejillas
a los que me mesaban la barba;
no me tapé el rostro ante ultrajes y salivazos.
7El Señor me ayuda, por eso no me acobardaba;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.
8Tengo cerca a mi defensor,
¿quién pleiteará contra mí?
Comparezcamos juntos.
¿Quién tiene algo contra mí?
Que se me acerque.
9Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?
Mirad, todos se gastan como ropa,
los roe la polilla.

Explicación.

50,4-9. Un personaje anónimo toma la palabra: ¿es, quizá, el siervo del cap. 49? No lleva ese título, pero se asemeja a él; no se llama profeta, pero narra su vocación como la de un profeta: para la palabra (cfr. Jr 1,2.7.9; 15,16.19; 17,15; 20,8s); sufrimientos de la misión (Jr 1,8.17; 10,17s; 17,17s; 18,18; 20,7-10); confianza en el Señor (Jr 15,20s; 20,11-13).

50,4. La misión es consolar: 40,1. El profeta vive a la escucha, porque no dispone a su antojo de provisiones de palabras.

50,5. El Señor modela enteramente a su profeta: oído y lengua. Y éste no opone resistencia: tal es su justificación. Tampoco resiste a las injurias humanas. Es su segunda justificación.

50,8. La no resistencia podía tomarse como confesión de culpa, dando razón al contrario. El profeta, fijándose de Dios, acude tranquilo al juicio humano. Dios demostrará la inocencia del acusado, logrará su absolución. Cfr. Jn 16,8-11; Rom 8,33s.

SALMO. 69,8-10.21-22.31.33-34.

8Pues por ti aguanté injurias, la vergüenza cubrió mi rostro.
9Un extraño soy para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre
10porque me devora el celo por tu templo y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí, 
21La afrenta me destroza el corazón
y desfallezco.
Espero compasión y no la hay,
consoladores, y no los encuentro.
22Me echaron veneno en la comida
y en mi sed me dieron vinagre.  
31Alabaré el nombre de Dios con cantos:
te engrandeceré con acción de gracias:  
33Miradlo, los humildes, y alegraos,
los que buscáis a Dios, cobrad ánimo.
34Que el Señor escucha a los pobres
y no desprecia a sus cautivos. 

Explicación.

69,8 Cuanto sufre es por causa de Dios; por tanto, Dios está comprometido y no puede desentenderse: Jr 15,15.
69,9 Una consecuencia es el desvío de los parientes, tema que suena con intensidad personal en Jr 12,6 y Job 19,13-15.

69,10 Celo del hombre por la causa de Dios se encuentra en pocos casos: Fineés (Nm 25,11.13); Jehú (2 Re 10,16). Por el templo, es caso único y da pie a diversas conjeturas. Que el orante es un sacerdote, que es un desterrado, que es uno que, a la vuelta del destierro, trabaja en la reconstrucción del templo; cfr. Jr 7.  

69,21 En Jr 23,9 leemos "se me rompe el corazón". El mismo verbo del salmo para "consolar" lo usa Jr 15,5; 16,5 Y Job 2,11.

69,22 Si no es hipérbole, se trata de intento de envenenar. Jeremías habla de agua envenenada en 8,14; 9,14; 23,15; menciona el veneno Lam 3,5.19. 

69,33-34 Conjura el peligro enunciado en 6s. Dios no desprecia al afligido, al pobre, al prisionero. 

Transposición cristiana.

Empecemos por las citas. El v. 5 en Jn 15,25; 10a en Jn 2,17;10b en Rom 15,3; 13 por alusión en Mt 27,27-30; 22 nueva alusión en Mt 27,34; Mc 15,23; 23-24 en Rom 11,9; 26 en Hch 1,20; 29 el registro de los vivos en Flp 4,3; Ap 3,5; 13,8. Con estos datos pueden los Santos Padres aplicar el salmo a la pasión de Cristo. 
 
EVANGELIO. Mateo 26,14-25.

14Entonces uno de los Doce, Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes 15y les propuso:
-¿Cuánto estáis dispuestos a darme si os lo entrego?
Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata (Zac 11,12). 16Desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

17El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: 
- Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? 18 El contestó: 
-Id a la ciudad, a casa de Fulano, y dadle este recado: «El Maestro dice que su momento está cerca y que va a celebrar la Pascua en tu casa con sus discípulos». 
19Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la cena de Pascua.  

Anuncio de la traición
(Mc 14,17-21; Lc 22,21-23; Jn 13,21-30) 

20Caída la tarde se puso a la mesa con los Doce.
21Mientras comían, dijo:
-Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
22Ellos, consternados, empezaron a replicarle uno tras otro:
-¿Acaso soy yo, Señor?
23Respondió él:
-Uno que ha mojado en la misma fuente que yo me va a entregar. 24El Hombre se va, como está escrito de él; pero ¡ay de ese hombre que va a entregar al Hombre! Más le valdría a ese hombre no haber nacido.
25Entonces reaccionó Judas, el que lo iba a entregar, diciéndole:
-¿Acaso soy yo, Rabbí?
Respondió:
-Tú lo has dicho.  
 
Explicación.

Judas pide dinero por entregar a Jesús (14s); no ha hecho la opción por la pobreza (5,3; 6,24). Treinta monedas de plata, precio de un esclavo (Zac 11,12; Éx 21,32).  

Tríptico. Los Ázimos, panes sin levadura que sustituían al pan ordinario durante e! período pascual (Éx 12,14-20). Los discípulos recuerdan a Jesús que ha de ser celebrada la cena. Los manda a todos (Mc: dos) a dar el recado. Su momento es el de su muerte (17-19).

Los Doce (20) se identifican con los discípulos (v. 18). Anuncia la traición: tristeza e inseguridad (22). Mojar en la misma fuente, gesto de amistad e intimidad (J3). Oposición entre el Hombre, e! portador de! Espíritu de Dios, y ese hombre, que carece de él (cf. 17,22s). Al entregar al Hombre a la muerte, judas anula en sí mismo todo valor humano, renuncia para siempre a su plenitud de hombre. Más le valdría no haber nacido (24). Sin reproche alguno, Jesús identifica al traidor: último esfuerzo. para que recapacite (25).

No hay comentarios:

Publicar un comentario