domingo, 19 de enero de 2020

3 DE ABRIL

PRIMERA LECTURA. Jeremías 20,10-13.

10Oía el cuchicheo de la gente: "Cerco de Pavor",
¡a delatarlo, a delatarlo!
Mis amigos acechaban mi traspié:
A ver si se deja seducir,
lo violaremos y nos vengaremos de él.
11"Pero el Señor está conmigo como fiero soldado,
mis perseguidores tropezarán
y no me vencerán;
sentirán la confusión de su fracaso,
un sonrojo eterno e inolvidable.
12Señor de los ejércitos, examinador justo
que ves las entrañas y el corazón,
que yo vea cómo tomas venganza de ellos,
pues a ti encomendé mi causa.
13Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libró al pobre del poder de los malvados".

Explicación.

20,10. Hay que recordar que el Señor había prohibido al profeta casarse. Jeremías, seducido por bellas promesas, ahora se encuentra abandonado y hecho la burla de la gente; sus rivales se ensañan y pretenden aprovecharse de él. El grito de Jeremías es bivalente: significa ¡Violencia! y equivale al grito de socorro de la muchacha amenazada (Dt 22,24.27). Es él quien padece la "violencia" hzq Dt 22,25) de Dios. El verbo ykl puntúa el proceso: prepotencia de Dios, impotencia del profeta, prepotencia del enemigo (7.9.10).

20,11-13. Síntesis del canto de victoria y petición de justicia, inspirado en el lenguaje de los salmos. Véase p. ej. Sal 35,4.8.9.27.      

SALMO. 18,2-7.

( 2 Sm 22; Sal 144)

2 ¡Yo te amo, Señor, mi fortaleza!
3 ¡Señor, mi peña, mi alcázar, mi libertador!
¡Dios mío, roca mía en que me refugio!
¡Fuerza mía salvadora, mi baluarte famoso!
4 Invoco al Señor y quedo libre del enemigo.
5 Me cercaban lazos de Muerte,
torrentes destructores me aterraban,
6 me envolvían lazos del Abismo,
me asaltaban redes de muerte.
7 En el peligro invocaba al Señor
pidiendo socorro a mi Dios;
desde su templo escuchó mi clamor,
mi grito de socorro
llegó a su presencia, a sus oídos.

Explicación.

Otra versión del salmo, con algunas variantes, se lee en 2 Sm 22.

18,2-4 Forman la introducción. 2-3 y la primera palabra de 4 contienen una triple invocación, "Señor, Señor, Dios mío", y ocho títulos que pertenecen al campo bélico. Sigue en 4 una síntesis programática.

18,2 Muy llamativo por lo insólito es el verbo inicial rhm, que expresa un amor "visceral", un afecto "entrañable". Como si fuera el sustrato vital de donde brotan otras actitudes. Una emoción intensa que busca expresión y desahogo en un flujo torrencial.

18,5-6. Persecución de un enemigo encarnizado. De la expresión corriente "me persiguen a muerte" salta el poeta a imaginarse Muerte y Abismo personificados. Sus armas son "cuerdas" o lazos para apresar y retener, "trampas" con que atrapar, "torrentes devastadores" con que arrollar. No hay escapatoria, por el poder incontrastable del enemigo y porque está cerrado el cerco.

18,7 La única salida es hacia arriba; para comunicar sirve el grito. Desde arriba Dios puede sacar al hombre acorralado.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

Por la presencia "poética" de David, el salmo ha sido leído en clave mesiánica y puesto en boca de Jesucristo. Su lucha y su victoria son de un orden nuevo.
 
EVANGELIO. Juan 10,31-42.

31. Los dirigentes cogieron de nuevo piedras para apedrearlo.
32. Les replicó Jesús:
-Muchas obras excelentes os he hecho ver, que son obras del Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis?
33. Le contestaron los dirigentes:
-No te apedreamos por ninguna obra excelente, sino por blasfemia; porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.
34. Les replicó Jesús:
-¿No está escrito en vuestra Ley: “Yo he dicho: Sois dioses”?
35. Si llamó dioses a aquellos a quienes Dios dirigió su palabra, y ese pasaje no se puede suprimir,
36. de mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿vosotros decís que blasfemo porque he dicho: “Soy hijo de Dios”?
37. Si yo no realizo las obras de mi Padre, no me creáis;
38. pero si las realizo, aunque no me creáis a mí, creed las obras; así sabréis de una vez que el Padre está identificado conmigo y yo con el Padre.
39. Otra vez intentaron prenderlo, pero se les escapó de las manos.

Jesús, más allá del Jordán (Jn 10, 40-42)

40. Se fue esta vez al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado bautizando al principio, y se quedó allí.
41. Acudieron a él muchos y decían:
-Juan no realizó ninguna señal, pero todo lo que dijo Juan de éste era verdad.
42. Y allí muchos le dieron su adhesión.

EXPLICACIÓN.

Recurren a la violencia, con intención de matarlo (apedrearlo, cf. 8,59) son los mentirosos y homicidas (8,44). Ya que no pueden impugnar sus obras, pretenden atacar la ortodoxia de sus palabras. Tachan de blasfemia el designio de Dios (cf. 1,1) (30-33). Vuestra ley (34): Jesús no la considera suya (7,19; 8,17; 15,25). El apelativo dioses indica una particular semejanza con Dios; en el AT se aplicaba a los que reflejaban el poder de un Dios justiciero (los jefes en cuanto jueces), por eso Jesús se distancia del texto que cita (Sal 82,6) (vuestra ley); la semejanza con Dios no está en el poder, sino en la actividad del amor (37-38).

Desafío final a los dirigentes (37-38ª): la calidad del hombre se prueba por la de sus obras; él demuestra ser enviado e Hijo de Dios con las obras que realiza. Ellos, los embusteros y asesinos (8,44; 10,1.8.10), no pueden de ningún modo representar a Dios. Las credenciales jurídicas de que se glorían no cuentan; las únicas que atestiguan una misión divina no son siquiera las palabras (no me creáis), sino las obras. De ellas deben deducir la unidad entre Jesús y el Padre (cf. 8,46) (38b); ambos tienen el mismo objetivo, dar vida al hombre.

Intentan prenderlo, porque no tienen respuesta (39). Como de costumbre, apelan a la violencia (7,30; 8,20.59). Jesús sale definitivamente del templo. 


40-42. Después de la ruptura definitiva con la institución, Jesús efectúa la segunda etapa de su éxodo (cf. 6,1: paso del mar), el paso del Jordán, que recuerda el de Josué con el pueblo israelita para entrar en la tierra prometida (Jos 3-4). A su comunidad, nueva tierra prometida, la sitúa fuera del país judío que lo rechaza (se quedó allí). Muchos lo siguen en su éxodo (41), la nueva comunidad empieza a existir. Se insiste en el papel de Juan Bautista. No hizo señales porque sólo anunciaba a Jesús. Allí (42), en oposición a Jerusalén y al templo.

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