jueves, 22 de octubre de 2020

13 DE NOVIEMBRE

 Primera Lectura. 2 Juan 1,4-9.


4Me alegré mucho al enterarme de que tienes hijos que proceden con sinceridad, conforme al mandamiento que el Padre nos dio. 5Pues ahora te ruego, señora -y no es que vaya a hablarte de un mandamiento nuevo, sino del que tenemos desde el principio--, que nos amemos unos a otros. 6Y amar consiste en esto: en proceder conforme a sus mandamientos. Como lo oísteis desde el principio, éste
es el mandamiento que debe regir nuestra conducta.
7Es que han salido en el mundo muchos impostores, los que no confiesan que Jesús es el Mesías venido en carne mortal, ¡ése es el impostor y el anticristo! 8 Atención vosotros, no echéis a perder lo trabajado, si queréis recibir una recompensa plena.
9Quien va demasiado lejos y no se mantiene en la enseñanza del Mesías, no tiene a Dios; quien permanece en esa enseñanza, ése sí tiene al Padre y al Hijo.

Explicación.

Me alegré mucho, cf. 3 Jn 3. Siguiendo el estilo epistolar, se comienza con una alabanza, aunque no general (tienes hijos); quizá no han faltado miembros de la comunidad que han dado oídos a los impostores; sincera/auténtica, según el mandamiento del amor (4). La exhortación al amor mutuo sigue la pauta de 1 Jn 2, 6-8; los mandamientos se reducen a uno, el del amor (5-6).

Trata de los impostores (7-8) en los términos de 1 Jn 2,18s. El punto de controversia entre el autor y sus adversarios es también la calidad mesiánica de Jesús (1 Jn 2,22s; 4,2), cuya negación, que comporta la ausencia de compromiso por los demás, vacía de contenido la vida cristiana. Lo trabajado, cf. Jn 6,27s.

Esta doctrina se atribuye a los que van demasiado lejos, etc. (9): la enseñanza en la comunidad no puede apartarse de la que dio Jesús (cf. Jn 7,16); no tiene a Dios, cf. 1 Jn 2,22s.

Salmo. 119,1-2.10-11.17-18.

1Dichosos los de conducta intachable,
que siguen la voluntad del Señor.
2Dichosos los que guardan sus preceptos
y lo buscan de todo corazón. 
10Te busco de todo corazón:
no me desvíes de tus mandatos.
11Guardo en el corazón tu promesa
para no pecar contra ti.  
17Cuida de tu siervo y viviré
para cumplir tu palabra.
18Despeja mis ojos y contemplaré
las maravillas de tu ley. 
Explicación.
119,1-8 La primera estrofa es programática. Abre el salmo con una bienaventuranza (Sal 1; 32) Y lo coloca entero en la esfera de la verdadera felicidad; la consecuencia llega en el v. 6: "no fracasar" equivale a tener éxito.
Se dirige a Dios en segunda persona (4) y desea "buscarlo" (2), afirmando desde el comienzo la relación personal con Dios. Es Dios quien "ha mandado" la ley; el hombre la cumple "de corazón", para recorrer el "camino" de la vida.
119,9-16 Juntando los versos 1 0.11.13. 14, obtenemos la serie "corazón, labios, camino = conducta", como nuestro de pensamiento, palabra y obra. Los versos 14 y 16 expresan el gozo: el orante no siente la ley como traba o peso.
119,17 -24 Disminuyen los enunciados y se adensa la súplica. El orante es "siervo": súbdito de un señor, vasallo de un soberano. Asoma un grupo hostil, que turba la placidez monótona: son "arrogantes", "nobles" o autoridades, que "murmuran" contra el orante cubriéndolo de "ultrajes" y desprecios. La expresión corriente "no me ocultes tu rostro" se convierte en "no me ocultes tus mandamientos". Al final los "decretos" se personifican para actuar como consejeros: carácter no coercitivo de la ley 25-32. 
Transposición cristiana.
Muchos títulos, símbolos o privilegios atribuidos en el judaísmo a la tora son atribuidos en el NT a Jesucristo: luz, agua de la roca, camino, etc. Por tanto, donde leemos ley o mandato podemos pensar en Jesús como Mesías. Como los relatos del Pentateuco son también tora, así y mucho más lo es la vida de Cristo. La lectura se facilita usando la clave del "camino". Jesús se lo apropia como norma de conducta y vía de acceso al Padre, al cual añade los de verdad y vida, también presentes en el salmo. Con su conducta y enseñanza nos enseña "el camino auténtico de la vida". 
 Evangelio. Lucas 17,26-37.
26 Lo que pasó en los días de Noé pasará también en los del Hombre:
27 comían, bebían y se casaban ellos y ellas, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.
28 Lo mismo sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban y construían;
29 pero el día que Lot salió de Sodoma llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos.
30 Así sucederá el día que el Hombre se manifieste.
31 Aquel día, quién esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, que no baje por ellas; y quien esté en el campo, lo mismo, que no se vuelva para atrás.
32 Acordaos de la mujer de Lot.
33 El que trate de poner su vida al seguro, la perderá; en cambio, el que la pierda la conservará.
34 Esto os digo: Aquella noche estarán dos en una cama; a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán;
35 estarán dos moliendo juntas; a una se la llevarán y a la otra la dejarán.
36
37 Entonces le preguntaron:
- ¿Dónde será, Señor?
Él les contestó:
- Allí donde esté el cuerpo, se reunirán los buitres.

EXPLICACIÓN.
Pensarán que el rechazo no ha tenido consecuencias, pero, de pronto, la situación se hará catastrófica. Así sucedió tanto en tiempo de Noé (26s) com en tiempo de Lot (28s); el paralelo con estos dos casos proverbiales hace resaltar la impiedad y la corrupción del sistema judío. También el día del Hombre, la destrucción de Jerusalén y del templo, se revelará como un desastre tremendo, consecuencia de las malas opciones (30).

Única salida, la fuga (31s; cf. 21,21). La más estrecha compañía, en el reposo o en el trabajo, no asegura la misma suerte para los hombres; ser o no aceptado depende únicamente de la opción que haya hecho cada uno. La opción por Jesús, única seguridad (33-35). Los mejores mss. omiten el v.36, tomado de Mt 24,40.

Respuesta enigmática (37): el punto de reunión de los buitres revelará dónde está la carroña (Job 39,27-30). Nueva alusión a la guerra contra Jerusalén y a la destrucción de la ciudad. Los buitres/águilas pueden aludir a las águilas romanas. El verbo reunirse se usa en los LXX para indicar la reunión de los ejércitos paganos que destruyen a Israel (Miq 4,11; Hab 2,5; Zac 12,3; 14,2). 

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