Primera Lectura: Malaquías 3,1-4.
1Mirad, yo envío un mensajero a prepararme el camino. De pronto entrará en el santuario el Señor que buscáis; el mensajero de la alianza que deseáis, miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos- 2¿Quién resistirá cuando él llegue?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será fuego de fundidor, lejía de lavandero: 3se sentará como fundidor a refinar la plata, refinará y purificará como plata y oro a los levitas, y ellos ofrecerán al Señor ofrendas legítimas. 4Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y Jerusalén, como en tiempos pasados, como en años remotos.
Explicación.
3,1 Este verso plantea un problema de identificación y distinción de personajes. Veamos primero los datos en esquema:
Yo envío a mi mensajero
Vendrá a su templo el amo
que buscáis
el mensajero de la alianza que deseáis.
A primera vista parecen intervenir dos personajes: el soberano que envía y el mensajero enviado; éste lleva tres títulos. "Mensajero": compárese con la distinción de Is 63,9. "Amo": aunque "señor" puede decirse del rey (Jr 22,18) y "palacio" del palacio real (1 Re 21,1), aquí parece referirse al "Señor" que viene a "su templo". "Mensajero de la alianza" es el mediador que lleva las negociaciones; nunca se le dio a Moisés semejante título.
Por otros datos parece preferible distinguir dos tiempos en esta profecía: primero viene el heraldo a preparar el camino (Is 40, 3; 57,14; 62,10); después vendrá en persona el buscado y deseado, que puede ser Dios mismo o el Mesías. Dios mismo: según Isaías 11, Ez 43; Ag 2,7-9 Y Mal 3,5. El Mesías: interpretando textos como Is 42,6; 49,8; 55,3, según lo lee Heb 9,15.
3,2-3 Juicio por el fuego: Is 1,25; 4,4; Ez 22,20; Zac 13,9. En hebreo suenan muy parecidos "alianza" y "lejía", "buscáis" y "lavanderos".
3,3-4 Sólo se mencionan ofrendas, no sacrificios.
Salmo 24,7-10.
7 ¡Portones, alzad los dinteles!
que se alcen las antiguas compuertas:
que va a entrar el Rey de la Gloria.
8 -¿Quién es ese Rey de la Gloria?
-El Señor, héroe valeroso,
el Señor, héroe de la guerra.
9 -¡Portones, alzad los dinteles!
alzad las antiguas compuertas:
que va a entrar el Rey de la Gloria.
10 -¿Quién es el Rey de la Gloria?
-El Señor de los Ejércitos,
él es el Rey de la Gloria.
Explicación.
24,7-9 El segundo diálogo adopta un tono ritual y solemne. Emplea en clave dramática la imagen de unas puertas personificadas, que han de cumplir una orden. El Señor aparece como rey victorioso en la guerra.
24,7 2 Sm 6,13-15; Ez 43,4s.
TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.
1 Cor 10,26, cita el primer verso del salmo para justificar la libertad cristiana. La tradición antigua y la liturgia aplican el salmo a la ascensión de Jesucristo; algunos autories componen con la fantasía una escena celeste, con diálogo de ángeles. El cortejo se identifica con la comunidad cristiana.
Segunda Lectura: Hebreos 2,14-18.
14Por eso, como los suyos tienen todos la misma carne y sangre, también él asumió una como la de ellos, para con su muerte reducir a la impotencia al que tenía dominio sobre la muerte, es decir, al diablo, 15y liberar a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos. 16Porque no es a los ángeles, está claro, a los qaue él tiende la mano, sino a los hijos de Abrahán. 17Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fidedigno en lo que toca a Dios y expiar así los pecados del pueblo. 18Pues, por haber pasado él la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora la están pasando.
EXPLICACIÓN.
Sigue el desarrollo de la solidaridad (14-16). El miedo a la muerte era el gran obstáculo a la libertad de los hombres. El único que no merecía la muerte, muriendo le quita su poder y libera al hombre de la última esclavitud (14-15). El texto de Is 41,8-9 (16) insiste en la solidaridad con los hombres.
Conclusión (17-18): Por primera vez se atribuye a Jesús la calidad de sumo sacerdote, tema que será desarrollado en la carta; cualidades del verdadero sacerdote: ser fiel/fidedigno, por su relación con Dios, para poder reconciliar con él (cf. 1,3); ser misericordioso respecto a los hombres. También el sacerdocio de Jesús se funda en la solidaridad; su experiencia del dolor le permite comprender el de los hombres; pero su sacerdocio no se limita a la intercesión ante Dios, se ejerce en la ayuda. Esta conclusión prepara la sección siguiente.
Evangelio: Lucas 2,22-40 o 2,22-32.
PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO.
22 Cuando llegó el tiempo de que se purificasen conforme a la Ley de Moisés, llevaron al niño a la ciudad de Jerusalén para presentarlo al Señor
23 (tal y como está prescrito en la Ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor)
24 y ofrecer un sacrificio (conforme a lo mandado en la Ley del Señor: Un par de tórtolas o dos pichones).
25 Había por cierto en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel, y el Espíritu Santo descansaba sobre él.
26 El Espíritu Santo le había avisado que no moriría sin ver al Mesías del Señor.
27 Impulsado por el Espíritu fue al templo y, en el momento en que entraban los padres con el niño Jesús para cumplir con él lo que era costumbre según la Ley,
28 él lo cogió en brazos y bendijo a Dios diciendo:
29 -Ahora, mi Dueño, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
30 porque mis ojos han visto la salvación
31 que has puesto a disposición de todos los pueblos:
32 una luz que es revelación para las naciones
y gloria para tu pueblo, Israel.
33 Su padre y su madre estaban sorprendidos por lo que se decía del niño.
34 Simeón los bendijo y dijo a María su madre:
- Mira, éste está puesto para que en Israel unos caigan y otros se levanten, y como bandera discutida
35 -y a ti, tus anhelos te los truncará una espada-; así quedarán al descubierto las ideas de muchos.
36 Había también una profetisa. Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Esta era de edad muy avanzada: de casada había vivido siete años con su marido
37 y luego, de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día.
38 Presentándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
39 Cuando dieron término a todo lo que prescribía la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su pueblo de Nazaret.
40 El niño, por su parte, crecía y se robustecía, llenándose de saber, y el favor de Dios descansaba sobre él.
EXPLICACIÓN.
Las profecías sobre Jesús no se hacen al tiempo de su circuncisión (cf. 1,64.67), sino en Jerusalén, en el templo (22). José y María siguen integrando a Jesús en la cultura y religión judía. Pretenden cumplir con él todos los requisitos de la Ley. Todo primogénito varón debía ser consagrado a Dios (Éx 13,2.12.15) para el servicio del santuario (más tarde reservado a la tribu de Leví; Nm 3,12) y rescatado mediante el pago de una suma (Nm 18,15s); Lc no describe los ritos ni menciona el rescate (22-24). Tórtolas, pichones, sacrificio expiatorio de los pobres (Lv 12,8).
Dos figuras: Simeón y Ana. Simeón, justo (cf.16), participa de la expectación mesiánica (el Consuelo = el Mesías) cf. Is 40,1; 63,13s) (25); va al templo porque lo lleva el Espíritu, para encontrarse con Jesús. Cántico (29-32), profecía sobre Jesús. Ahora, cf. 2,11: "hoy". El ámbito de la salvación rebasa Israel (31) (no en María y Zacarías). El Mesías-luz librará a los paganos de las tinieblas/opresión (Is 25,7; 40,5; 42,6, etc); Israel, iluminado por él, alcanzará la gloria a que Dios lo destinaba (Is 46,13; 45,25).
Sorpresa de María y José (33). Palabras de Simeón a María (34s): levantar, caer, lo expresado por ella en su cántico (1,52s); alusión a la piedra que hace tropezar (Is 8,14) y que se convierte en cimiento (Is 28,6; Lc 20,17s). Bandera discutida, señal o estandarte al que se dará o negará la adhesión (Is 11,10.12); la contradicción lo llevará a la cruz. Tus anhelos los truncará (una espada) (35: lit. "traspasará tu psykhê": el término psykhê, traducción de nephesh, significa entre otras cosas "ansia, anhelo", cf. Sal 107,9): la madre/Israel experimentará en la muerte de Jesús el fracaso de la salvación que esperaba, cuya consecuencia será la ruina del pueblo (cf. Ez 14,17); la espada puede aludir a la destrucción de Jerusalén por el ejército romano, que echa abajo para siempre la esperanza de una restauración gloriosa. La cruz pondrá de manifiesto las perversas intenciones de muchos en Israel.
Ana (36), arraigada en el pasado (genealogía) y en la institución (vive en el templo). Viuda (37), cf. Jr 51,5. Simeón continúa la línea del cántico de María (caída-levantamiento); Ana, la de Zacarías (la liberación de Jerusalén de los enemigos externos) (38).
María y José cumplen los ritos legales, pero la consagración del niño no dependía de ceremonias (1,35). Vuelta a Nazaret (39).
En Jesús hay crecimiento físico y un saber divino. El Espíritu preparaba a Juan para ser profeta (1,15). La sabiduría va dando a Jesús una visión profunda del plan de Dios. La presencia continua del favor divino indica una limpidez sin obstáculos. (40).
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