Primera Lectura. Eclesiástico 15,15-20.
15si quieres, guardarás sus mandatos.
porque es prudencia cumplir su voluntad;
16ante ti están puestos fuego yagua:
echa mano a lo que quieras
17delante del hombre están muerte y vida:
le darán lo que él escoja.
18Es inmensa la sabiduría del Señor.
es grande su poder y lo ve todo;
19los ojos de Dios ven las acciones,
él conoce todas las obras del hombre;
20A nadie mandó pecar
ni enseñó mentiras a los embusteros;
no deja impunes a los embusteros
ni se apiada del que practica el fraude.
Explicación.
15,15 Pero no es señor absoluto. Al poder interno del albedrío se añade la luz y fuerza de la ley, que es voluntad de Dios hecha palabra para regir y ordenar al hombre libre. Cumplir el mandato depende del querer (Sal 40,9). En vez de "prudencia", otro manuscrito dice "fidelidad". El texto hebreo añade una glosa inspirada en Hab 2,4: "si crees en él, también tú vivirás".
15,16 La libertad se ejercita eligiendo. Fuego yagua son aquí criaturas elementales, opuestas en su función, no en su valor de bien y mal. Ambas son buenas, y en ellas experimenta el hombre su capacidad de escoger; al mismo tiempo, las dos se excluyen, y ponen al hombre en trance de elegir. En toda la exposición el autor prescinde del árbol y la serpiente.
15,17 La oposición radical procede de la predicación de la ley: Dt 30,15.19, donde se empareja con bien y mal, maldición y bendición. El sujeto del verbo "le darán" es Dios, que sanciona la elección humana: es en sustancia el tema de Gn 2-3.
15,18-19 Como en el paraíso, pero sin trasposición narrativa, aparece Dios, que ve y conoce todo, aun la intimidad del hombre, de donde brota la decisión. Aquí tenemos otra dimensión de la "sabiduría divina", relacionada con la conducta ética del hombre.
15,20 Concluye resumiendo el tema de la teodicea y del castigo: el mandato de Dios no tiene por objeto la maldad. Dios no manda al hombre que peque; y si peca, no lo deja impune. "Mentirosos" debe tener, por el contexto, un sentido particular: mentira radical del hombre, que acusa a Dios para excusarse, que niega su pecado. Gran mentira, que rubrica el pecado cometido; como el de Caín en Gn 4. El hebreo añade una glosa impertinente, no recogida en las versiones antiguas: "no se apiada del malhechor ni del que revela secretos".
Salmo. 119,1-2.4-5.17-18.33-34.
1Dichosos los de conducta intachable,
que siguen la voluntad del Señor.
2Dichosos los que guardan sus preceptos
y lo buscan de todo corazón.
4Tú mandaste que tus decretos
se observen exactamente.
5Ojalá estén firmes mis caminos
para cumplir tus órdenes.
17Cuida de tu siervo y viviré
para cumplir tu palabra.
18Despeja mis ojos y contemplaré
las maravillas de tu ley.
33Enséñame, Señor, el camino de tus estatutos
y lo seguiré puntualmente.
34Enséñame a cumplir tu voluntad
y a observarla de todo corazón.
Explicación.
119,1-8 La primera estrofa es programática. Abre el salmo con una bienaventuranza (Sal 1; 32) Y lo coloca entero en la esfera de la verdadera felicidad; la consecuencia llega en el v. 6: "no fracasar" equivale a tener éxito.
Se dirige a Dios en segunda persona (4) y desea "buscarlo" (2), afirmando desde el comienzo la relación personal con Dios. Es Dios quien "ha mandado" la ley; el hombre la cumple "de corazón", para recorrer el "camino" de la vida.
119,17 -24 Disminuyen los enunciados y se adensa la súplica. El orante es "siervo": súbdito de un señor, vasallo de un soberano. Asoma un grupo hostil, que turba la placidez monótona: son "arrogantes", "nobles" o autoridades, que "murmuran" contra el orante cubriéndolo de "ultrajes" y desprecios. La expresión corriente "no me ocultes tu rostro" se convierte en "no me ocultes tus mandamientos". Al final los "decretos" se personifican para actuar como consejeros: carácter no coercitivo de la ley 25-32.
119,33-40 Al llegar a la letra H, el autor recurre a formas verbales en hifil, factitivas. Así resulta que no es el hombre quien comprende, sino Dios quien le hace comprender. El sustantivo lora (que traducimos por ley) se transforma en "instrúyeme"; el caminar en "encamíname", inclinarse en "inclinar", apartarse en "apartar". El hombre suplica, Dios actúa. Sobresale quizá el "inclinar el corazón", contrarrestando las malas inclinaciones del hombre.
Transposición cristiana.
Muchos títulos, símbolos o privilegios atribuidos en el judaísmo a la tora son atribuidos en el NT a Jesucristo: luz, agua de la roca, camino, etc. Por tanto, donde leemos ley o mandato podemos pensar en Jesús como Mesías. Como los relatos del Pentateuco son también tora, así y mucho más lo es la vida de Cristo. La lectura se facilita usando la clave del "camino". Jesús se lo apropia como norma de conducta y vía de acceso al Padre, al cual añade los de verdad y vida, también presentes en el salmo. Con su conducta y enseñanza nos enseña "el camino auténtico de la vida".
Segunda Lectura. 1 Corintios 2,6-10.
6Con los hombres hechos, sin embargo, exponemos un saber, pero no un saber del mundo este ni d elos jefes pasajeros de la historia presente; 7no, exponemos un saber divino y secreto, el saber escondido; 8ese que, conforme al decreto de Dios antes de los siglos, había de ser nuestra gloria, ese que ninguno de los jefes de la historia presente ha llegado a conocer, pues, si lo hubieran descubierto, no habrían crucificado al glorioso Señor.
9Pero, en cambio, aquello que dice la Escritura: "Lo que ojo nunca vio ni oreja oyó ni hombre alguno ha imaginado, lo que Dios ha preparado para los que lo aman" (Is 64,4), nos lo ha revelado Dios a nosotros por medio del Espíritu.
10Porque el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
Explicación.
También el cristiano tiene un saber particular, aunque distinto del saber filosófico (saber del mundo este) y de los principios del poder (saber de los jefes, etc.). Pablo distingue dos clases de cristianos: los hombres hechos o cristianos adultos, y los que después llamará los cristianos en la infancia (cf. 3,1) (6). El saber propio del cristiano procede de Dios (7:divino) y no ha sido revelado a los poderosos; el ejercicio del poder impide conocer a Dios (8).
Para describir la sublimidad de este saber se apoya en el texto de Is 64,4; es saber divino porque lo comunica el Espíritu, y consiste en una experiencia personal de la buena noticia, en cuanto ésta pasa a ser vida y salvación. Es la experiencia de la paz con Dios y con los hombres y la del amor de Dios (cf. Rom 5,1-5). Saber y no saber significan conocer la buena noticia como experiencia personal o como mera doctrina aprendida (9).
Era principio admitido que un ser consciente sólo puede ser conocido por una de su misma especie. De ahí que sólo el hombre sepa lo que es el hombre y sólo el Espíritu de Dios conozca quién es Dios (10-11).
Evangelio. Mateo 5,17-37.
17 ¡No penséis que he venido a echar abajo la Ley ni los Profetas! No he venido a echar abajo, sino a dar cumplimiento:
18 porque os aseguro que antes que desaparezca el cielo y la tierra, ni una letra ni una coma desaparecerá de la Ley antes que todo se realice.
19 Por tanto, el que se exima de uno solo de esos mandamientos mínimos y los enseñe así a los hombres, será llamado mínimo en el reino de Dios; en cambio, el que los cumpla y enseñe, ése será llamado grande en el reino de Dios:
20 porque os digo que, si vuestra fidelidad no se sitúa muy por encima de la de los letrados y fariseos, no entráis en el reino de Dios.
21 Os han enseñado que se mandó a los antiguos: "No matarás (Éx 20,13), y si uno mata será condenado por el tribunal".
22 Pues yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será condenado por el tribunal; el que lo insulte será condenado por el Consejo; el que lo llame renegado será condenado al fuego del quemadero.
23 En consecuencia, si yendo a presentar tu ofrenda al altar, te acuerdas allí de que tu hermano tiene algo contra ti,
24 deja tu ofrenda allí, ante el altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano; vuelve entonces y presenta tu ofrenda.
25 Busca un arreglo con el que te pone pleito, cuanto antes, mientras vais todavía de camino; no sea que te entregue al juez, y el juez al guardia, y te metan en la cárcel.
26 Te aseguro que no saldrás de allí hasta que no pagues el último cuarto.
27 Os han enseñado que se mandó: "No cometerás adulterio" (Éx 24,14).
28 Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer casada excitando su deseo por ella, ya ha cometido adulterio con ella en su interior.
29 Y si tu ojo derecho te pone en peligro, sácatelo y tíralo; más te conviene perder un miembro que ser echado entero en el fuego.
30 Y si tu mano derecha te pone en peligro, córtatela y tírala; más te conviene perder un miembro que ir a parar entero al fuego.
31 Se mandó también: "El que repudia a su mujer, que le dé acta de divorcio" (Dt 24,1).
32 Pues yo os digo: todo el que repudia a su mujer, fuera del caso de unión ilegal, la empuja al adulterio, y el que se case con la repudiada comete adulterio.
33 También os han enseñado que se mandó a los antiguos: "No jurarás en falso" (Éx 20,7) y "cumplirás tus votos al Señor" (Dt 23,22).
34 Pues yo os digo que no juréis en absoluto: por el cielo no, porque es el trono de Dios;
35 por la tierra tampoco, porque es el estrado de sus pies; por Jerusalén tampoco, porque es la ciudad del gran rey;
36 no jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes volver blanco ni negro un solo pelo.
37 Que vuestro sí sea un sí y vuestro no un no; lo que pasa de ahí es cosa del Malo.
EXPLICACIÓN.
17 - 20. Deshace un malentendido y previene contra una decepción. Su misión no es echar abajo el AT (la Ley y los Profetas) en cuanto es profecía del reinado de Dios, sino dar cumplimiento a esa promesa (cf. 1,22; 2,15.17.23; 4,14, etc.). La Ley (18), el Pentateuco, tenía por eje el éxodo de Egipto y la entrada en la tierra prometida; esto era figura de la obra del Mesías. El éxodo definitivo se realizará antes que desaparezca el mundo visible (18); comenzará con la muerte de Jesús y quedará abierto para toda la humanidad. De ahí la necesidad de practicar cada una de las bienaventuranzas antes propuestas (esos mandamientos mínimos), que toman el lugar de los mandamientos de la antigua Ley. Será llamado grande/mínimo, según realice o no la condición de hijo de Dios (5,9: serán llamados hijos de Dios). Fidelidad (20) en calidad y totalidad: es insuficiente el legalismo, como queda claro en el desarrollo subsiguiente (5,21-6,18), se requiere una nueva actitud, pero el discípulo no puede ser negligente. La puerta para entrar en el Reino es la primera bienaventuranza (5,3), que crea la nueva actitud: a ella se refiere esta fidelidad.
21 - 26. Jesús ataca la concepción de la Ley mantenida por los letrados. Seis antítesis. No pretende radicalizar la Ley de Moisés, sino, frente a ella, sacar las consecuencias que derivan de un principio mucho más exigente: el bien del hombre y la sociedad de amor mutuo.
No basta abstenerse de la acción (matar), la actitud (estar peleado) (22) merece ya el juicio. Se manifiesta en el insulto; cuando llega a excluir al otro del propio trato (renegado), merece la pena definitiva, simbolizada por la destrucción del fuego. La buena relación con los hombres tiene precedencia sobre la relación con Dios expresada en el culto (23s). Cuando no se ataja la discordia, sus efectos pueden ser extremos (25).
27-37. El adulterio es una injusticia, y lo mismo el propósito de cometerlo. Ojo, deseo; mano, acción. Ceder al mal impulso lleva a la muerte (27-30). El repudio (31s), injusticia contra la mujer. El juramento (33-37) delata la falta de sinceridad habitual en las relaciones humanas. Interrumpir el curso de la violencia por todos los medios, trabajando por la paz (5,9), cediendo del propio derecho. Amarás a tu prójimo (42, Lv 19,18); odiarás a tu enemigo, principio esenio (cf. Sal 139,19-22).
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