2 OPCIONES.
1ª OPCIÓN.
Primera Lectura. Ezequiel 36,23-28.
23Mostraré la santidad de mi nombre ilustre profanado entre los paganos, que vosotros profanasteis en medio de ellos, y sabrán los paganos que yo soy el Señor -oráculo del Señor- cuando les muestre mi santidad en vosotros. 24Os recogeré por las naciones, os reuniré de todos los países y os llevaré a vuestra tierra. 25Os rociaré con un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. 26Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; aarancaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. 27Os infundiré mi espíritu y haré que caminéis según mis preceptos y que cumpláis mis mandatos poniéndolos por obra. 28Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres; vosotros seríes mi pueblo y yo seré vuestro Dios.
Explicación.
36,25-27 En forma de promesa suena la respuesta a la petición del Salmo 51: el lavar interior (Cfr Nm 19, el corazón nuevo, el espíritu santo). El cambio interior hará posible y real el cumplimiento de los mandamientos. Compárese con Jr 31,31-34 y Rom 8,3. No basta curar un corazón enfermo (Is 1,5), hace falta un trasplante espiritual.
36,28 La fórmula de la alianza, tantas veces desmentida por el pueblo, sonará con verdad plena.
Salmo. 51,12-15.18-19.
12Crea en mí, Dios, un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
13no me arrojes lejos de tu rostro
ni me quites tu santo espíritu;
14devuélveme el gozo de la salvación,
afiánzame con un espíritu generoso.
15Enseñaré a los malvados tus caminos,
y los pecadores volverán a ti.
18Un sacrificio no te satisface;
si te ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
19Para Dios sacrificio es un espíritu quebrantado,
un corazón quebrantado y triturado,
tú, Dios, no lo desprecias.
Explicación.
51,12-19 La segunda parte comienza con un corte que no puede ser más radical. Para pasar del pecado a la gracia hace falta una nueva creación, cosa que toca a Dios.
51,12-14 El verbo crear suena con fuerza al comienzo de tres versos que llamaré epíclesis, porque son una triple invocación al espíritu. Como en la creación: el "espíritu de Dios" se cernía sobre el océano.
51,12 El primero es un espíritu dispuesto; adjetivo al parecer contrario al viento, cuya esencia es moverse. En términos psicológicos y espirituales es un ánimo pronto, decidido (cfr. Mt 26,41).
51,13 El segundo es un espíritu santo; la petición es que Dios "no quite" lo que había dado. Leído en clave davídica, sería el espíritu de profecía, según 2 Sm 23,2. Leído en clave comunitaria, es retirar la condición de pueblo santo, consagrado: Ex 19,6; Is 62,12; anular la elección, rechazar, como muestra el paralelo de 2 Re 13,23.
51,14 El tercero es un espíritu "principesco", que denota la iniciativa espontánea, la generosidad y nobleza de ánimo. No una ley desde fuera, sino un dinamismo desde dentro.
51,15 Ya transformado, el orante podrá atarearse como predicador de conversión. Los caminos del Señor son la línea de conducta que él traza; el camino por donde podrán volver y que deberán seguir.
51,18 El verbo aceptar puede tener valor técnico en el lenguaje cúltico: es la aceptación de Dios la que convalida un sacrificio.
51,19 "Quebrantado, triturado": hay que retener la imagen hebrea, plástica, vigorosa; nosotros decimos "estoy hecho polvo". Por la traducción griega y después la latina, la imagen perdió su materialidad y se convirtió en el concepto contrición, con su adlátere atrición.
Transposición cristiana.
El salmo 51 es el Miserere, príncipe de los salmos penitenciales. Lástima que se haya desgajado del 50 y que no se haya valorado bastante la epíclesis o invocación al Espíritu. Podemos arrancar de 2 Cor 5,17-21 sobre el "ministerio de reconciliación". Al cual añado unas cuantas observaciones.
En la liturgia penitencial, ordenada al perdón y reconciliación, Dios no condena como juez, sino que se querella como parte. La relación mutua se funda en la alianza, cuya carta es el evangelio. El evangelio posee fuerza de interpelación, de recriminación y querella; pero también ofrece perdón y fuerza para la enmienda. A un examen de conciencia objetivo y neutral se sobrepone la palabra de Dios, en diálogo personal. La reconciliación tiene algo de nueva creación, y el Espíritu se infunde como dinamismo de vida nueva. Se plantea la relación entre culto y justicia.
Evangelio. Mateo 22,1-14.
1 De nuevo tomó Jesús la palabra y les habló en parábolas:
2 -Se parece el reinado de Dios a un rey que celebraba la boda de su hijo.
3 Envió a sus criados para avisar a los que ya estaban convidados a la boda, pero éstos no quisieron acudir.
4 Volvió a enviar criados, encargándoles que les dijeran:
- Tengo preparado el banquete, he matado los terneros y los cebones y todo está a punto. Venid a la boda.
5 Pero los convidados no hicieron caso: uno se marchó a su finca, otro a sus negocios;
6 los demás echaron mano de los criados y los maltrataron hasta matarlos.
7 El rey montó en cólera y envió tropas que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a su ciudad.
8 Luego le dijo a sus criados:
- La boda está preparada, pero los que estaban convidados no se lo merecían.
9 Id ahora a las salidas de los caminos, y a todos lo que encontréis invitadlos a la boda.
10 Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos lo que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales.
11 Cuando entró el rey a ver a los comensales, reparó en uno que no iba vestido de fiesta,
12 y le dijo:
- Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?
El otro no despegó los labios.
13 Entonces el rey dijo a los sirvientes:
- Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
14 Porque hay más llamados que escogidos.
EXPLICACIÓN.
1 - 14. La parábola responde a la actitud de los sumos sacerdotes y fariseos. Dios como rey (5,3.10; 6,10; 18,23); <i>el hijo del rey </i>es figura de Jesús; <i>los invitados</i>, de Israel, (1s). La invitación, rechazada. Insistencia por amor de Israel (3s). Rechazo definitivo: indiferencia, hostilidad hasta el asesinato (cf. 21,35) (5s). De nuevo se anuncia la destrucción de Jerusalén (7). El designio de Dios no fracasa: nuevos invitados, el nuevo pueblo (21,43). Aceptación universal: <i>buenos y malos </i>(13,47s). Máxima concurrencia de gente (8s). Escena final inesperada (11-13). <i>El traje de fiesta </i>(lit. "de boda"), obligatorio para todos, se identifica con la nueva fidelidad (5,20), es decir, con el cumplimiento de las condiciones para el reino (5,3.10) y para el seguimiento de Jesús (16,24). Exclusión de la comunidad (5,19). Aviso a los cristianos (14). <i>Hay más llamados</i>, etc., lit. "muchos son llamados, más poco escogidos", modismo semítico que expresa la comparación de superioridad por la oposición de contrarios (cf. Gn 1,16; Lc 14,26, interpretado por Mt 10,37; Rom 9,13).
2ª OPCIÓN.
Primera Lectura. Eclesiástico 15,1-6
1Quien respeta al Señor obrará así,
observando la Ley alcanzará la sabiduría.
2Ella le saldrá al encuentro como una madre
y lo recibirá como la esposa de la juventud;
3lo alimentará con pan de sensatez
y le dará a beber agua de prudencia;
4apoyado en ella no vacilará
y confiado en ella no fracasará;
5lo ensalzará sobre sus compañeros
para que abra la boca en la asamblea;
6alcanzará gozo y alegría,
le legará un nombre perdurable.
Explicación.
15,1 La conquista de la novia Sensatez se asegura por el respeto de Dios, que se traduce en la observancia de la ley. Idea del comienzo y central en el libro.
15,2-6 En el segundo acto es protagonista la mujer: ya es una madre, esposa de juventud, y por ello especialmente amada: Prov 5,18; Is 54,6; Jr 2,2. Se escucha al fondo el retrato de Prov 31: ella cuida solícita del marido dentro de casa y le procura fama entre los nobles, y para la posteridad.
15,3 En Prov 9,5 ofrece pan y vino.
15,4 Son expresiones que se suelen referir a Dios.
Salmo. 119,9-14
9¿Cómo limpiará un joven su senda?
-Observando tu consigna.
10Te busco de todo corazón:
no me desvíes de tus mandatos.
11Guardo en el corazón tu promesa
para no pecar contra ti.
12iBendito eres, Señor!,
enséñame tus normas.
13Mis labios recitarán
todo lo que manda tu boca.
14En el camino de tus preceptos disfruto
más que con cualquier fortuna.
Explicación.
119,9-16 Juntando los versos 1 0.11.13. 14, obtenemos la serie "corazón, labios, camino = conducta", como nuestro de pensamiento, palabra y obra. Los versos 14 y 16 expresan el gozo: el orante no siente la ley como traba o peso.
Evangelio. Juan 17,20-26
20. Pero no te ruego solamente por éstos, sino también por los que a través de su mensaje me den su adhesión:
21. que sean todos uno –como tú, Padre, estás identificado conmigo y yo contigo-, para que también ellos lo estén con nosotros, y así el mundo crea que tú me enviaste.
22. Yo, por mi parte, la gloria que tú me has dado se la he dado a ellos, para que sean uno como nosotros somos uno
23 – yo identificado con ellos y tú conmigo-, para que queden realizados alcanzando la unidad, y así conozca el mundo que tú me enviaste y que les has demostrado a ellos tu amor como me lo has demostrado a mí.
24. Padre, quiero que también ellos –eso que me has entregado- estén conmigo donde yo estoy, para que contemplen mi propia gloria, la que tú me has dado, porque me has amado antes que existiera el mundo.
25. Padre justo, el mundo no te ha reconocido; yo, en cambio, te he reconocido, y éstos han reconocido que tú me enviaste.
26. Ya les he dado a conocer tu persona, pero aún se la daré a conocer, para que ese amor con el que tú me has amado esté en ellos y así esté yo identificado con ellos.
EXPLICACIÓN.
Oración por la comunidad del futuro (20-23). Jesús ensancha el horizonte de su comunidad a épocas sucesivas (20). Está seguro de que su obra continuará. El llamado mensaje del Padre (6.7) y mensaje de Jesús (14,23), lo es también de los discípulos. No es para ellos una doctrina aprendida ni han de proponerlo como algo a lo que están obligados; no se puede proponer el amor si no se vive; se comunica como experiencia y convicción propia. El mensaje produce la adhesión a Jesús, punto de referencia para todos los tiempos. El mensaje no es una teoría sobre el amor, sino la formulación de la vida y muerte de Jesús.
La petición de Jesús es la unidad (21), expresión y prueba del amor, distintivo de la comunidad; su modelo es la unidad que existe entre Jesús y el Padre, y es condición para la unión con ellos. Quienes no aman no pueden tener verdadero contacto con el Padre y Jesús. Se establece así la comunidad de Dios con los hombres; su presencia e irradiación desde la comunidad, a través de las obras que revelan su amor (9,4), será la prueba convincente de la misión divina de Jesús. No se convence con palabras, sino con hechos.
La gloria/amor del Padre (el Espíritu) que Jesús ha recibido (1,14) constituye al Hijo (1,32.34) uno con el Padre (10,30). La comunicación de la gloria (22) a los discípulos realiza en ellos la condición de hijos; la comunidad de Espíritu produce la unidad entre ellos y con Jesús y el Padre. La comunidad es el nuevo santuario. La realización plena del designio de Dios (23) depende de la existencia de la unidad, fruto del amor incondicional. Éste es el testimonio válido ante los hombres. Equivalencia entre gloria y amor del Padre. Los discípulos manifestarán a un Dios que es don de sí generoso y total (“Padre”).
IV. Conclusión (24-26). El término quiero (24) muestra la libertad del Hijo (13,3): su designio es el mismo del Padre. Estar con él (14,3) denota la condición de hijos. Contemplar su gloria equivale a experimentar su amor (1,14) y responder a él (1,16). Jesús ha realizado el proyecto de Dios (1,1; 17,5), que el Padre había concebido como expresión total de su amor, y cuya realización en Jesús preveía desde el principio.
Expone al Padre la diferencia entre el mundo que lo rechaza y él y los suyos (25), para que el Padre justo los honre (12,26). Resume Jesús el contenido de su oración (26). Alude a su actividad pasada (vv. 4.6) y afirma su propósito para el futuro (vv.1.5): manifestar el ser el Padre dando la vida. La cruz será la revelación plena y definitiva de la persona el Padre, manifestando todo el alcance de su amor.
Conocer al Padre a través de Jesús es la vida definitiva (v.3). Quiere que los discípulos sean iguales a él, que gocen del mismo amor del Padre que él ha gozado, para que su unión con ellos sea total.
SÍNTESIS.
El acontecimiento salvador es la muerte de Jesús, en la que el Hombre queda terminado (19,30) al actualizar plenamente su capacidad de amar, y que revela lo que es Dios mismo: amor total y gratuito al hombre (Padre).
Desde su plenitud, Jesús el Hombre-Dios, igual y uno con el Padre, puede comunicar la vida/amor que posee. El efecto de esa comunicación será doble: la unidad de los que participan de él, y su entrega a la difusión de ese amor/vida en el resto de la humanidad.
El amor produce en los hombres una calidad de vida que puede llamarse definitiva, pues no está sujeta a muerte. Esa vida se identifica con la condición de hijos de Dios, que nace de la experiencia del amor de Dios como Padre al experimentar en la propia persona la acción salvadora de Jesús.
El amor, que es don de sí, establece la relación interpersonal, que no se crea dando “cosas”, sino dándose uno mismo. En cualquier donación se ofrece la propia persona. De hecho, el bien del hombre no está en poseer “algo” sino a “alguien”, en poseer a Dios y a los demás. Pero esta posesión no se adquiere por conquista o compra, se recibe como don gratuito. Cada uno regala su vida a los otros, como el Padre, que es Espíritu/vida (4,24), da su Espíritu a Jesús (1,32), y Jesús se entrega y da su Espíritu a los hombres (10,11; 19,30). Cada uno es dueño de su vida, su máxima riqueza, para entregarla; de esa manera, todos tienen en común la riqueza de todos (17,10).
Se ve así el sentido del “servicio”. Es el don personal de todos a todos. No basta un servicio “objetivo” al hombre, sino uno que en lo objetivo lleve dentro el ofrecimiento de la persona. La existencia de la comunidad una es al mismo tiempo el origen y el término de la misión.
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