viernes, 3 de julio de 2020

2 DE AGOSTO

Primera Lectura. Eclesiástico 24,1-4.16.22-23.

1La sabiduría se alaba a sí misma,
se gloría en medio de su pueblo,
2abre la boca en la asamblea del Altísimo
y se gloría delante de sus potestades:
3yo salí de la boca del Altísimo
y como niebla cubrí la tierra
4habité en el cielo
con mi trono sobre columna de nubes; 
16Como terebinto extendí mis ramas,
un ramaje bello y frondoso;  
22el que me escucha no fracasará,
el que me pone en práctica no pecará.
23Todo esto es el libro de la alianza del Altísimo,
la Ley que nos dio Moisés
como herencia para la comunidad de Jacob.  

Explicación.

24,1-6 Sabiduría cósmica. Comienza a hablar en la asamblea celeste, como volviendo de un viaje y resumiendo sus etapas. Menciona los hombres sólo como habitantes del cosmos; no menciona animales ni astros. El escenario se divide verticalmente en cielo y abismo, la tierra se divide horizontalmente en mar y continentes.

24,1-2 El género autohimno es frecuente en Isaías Segundo, donde Dios se acredita frente a su pueblo y los ídolos. "Su pueblo" es la corte celeste, a la que pertenece por su origen divino y en la que ocupa un puesto preeminente.

24,3 Variación sobre Gn 1: la palabra creadora se llama aquí, como otras veces, "lo que sale de la boca". El espíritu ordenador, viento que se cierne en Gn 1, está visto aquí como niebla que se difunde y lo llena todo, quizá fecundando.

24,4 "Habitar" o acampar (cfr. Jn 1,14). La "columna de nubes" es en el Éxodo presencia protectora de la gloria de Dios. 

24,16-17 El ''terebinto'' es árbol poco frecuente, a veces con función sacra (Jue 6,11). En cambio la vid es imagen clásica del pueblo: Is 5,1-7; 27,2-5; Sal 80.

24,22 Los dos verbos, "escuchar y poner en práctica", se refieren tradicionalmente a la ley. Con la cual se libra el hombre del pecado y del consiguiente fracaso definitivo de su vida. 

24,23 Se refiere a la alianza del Sinaí, según la concepción del Deuteronomio.   

Salmo. 34,5.7.9-10.18-19.

5 Consulté al Señor y me respondió
librándome de todas mis ansias.
7 Este pobre clamó y el Señor le escuchó,
lo salvó de todos sus peligros.
9 Gustad y apreciad que bueno es el Señor:
dichoso el varón que se acoge a él.
10 Respetad al Señor, sus consagrados,
que nada les falta a quienes lo respetan.
18 Si gritan, el Señor escucha
y los libra de todos los peligros.
19 El Señor está cerca de los atribulados
y salva a los abatidos.

Explicación.

34,5 Consulta del hombre y oráculo de respuesta son práctica religiosa común: véase p.ej: el caso de Raquel en Gn 25. La respuesta divina serena, tranquiliza.

34,7 Simple secuencia personalizada: clamar - escuchar - salvar.

34,9-11 Creo encontrar cierta coherencia temática en estos tres versos: "gustar y pasar hambre", "carestía y bienes". Propongo una hipótesis de lectura: aun cuando "ricos y poderosos" (corregido) "pasen hambre", los "fieles consagrados" al Señor "no carecerán de nada"; más aún, participando en el banquete sagrado "gustarán la bondad del Señor". Los versos invierten el orden cronológico, y cabe una lectura más genérica.

34,9 Es un caso de "aplicación de sentidos". Los sentidos corporales se toman como símbolo de experiencia espiritual. Se selecciona la inmediatez no discursiva y la duración pausada. Una traducción corpórea sonaría: "saboread lo sabroso que es el Señor". El símbolo pasa al lenguaje espiritual.

34,10 "Respeto": o reverencia, sentido religioso. "Consagrados": compárese con Éx 18,6.

34,18 Se sobrentiende que el sujeto son los saddiqim, sin que sea necesario explicitarlo. El grito podría ser una reclamación judicial.

34,19 La secuencia hebrea "atribulados y abatidos" nos lleva sin remedio al Sal 51,19; es decir, de lo sapiencial salta el autor a lo penitencial. El hombre alejado por el pecado, puede acercarse por la penitencia.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

La primera carta de Pedro cita dos pasos del salmo; el gustar al Señor, vinculado al bautismo (2,2-3); y el bloque sapiencial en 3,10-12 exhortando a la concordia. Heb 6,2 recoge el símbolo del gusto espiritual. Y el tema del quedar radiantes domina el comentario de 2 Cor 3,7-18. 

Segunda Lectura. Gálatas 4,3-7.

3Igual nosotros, cuando éramos menores estábamos esclavizados por lo elemental del mundo.
                 4Pero cuando se cumplió el plazo envió Dios a su hijo, nacido de mujer, sometido a la Ley, 5para rescatar a los que estaban sometidos a la Ley, para que recibiéramos la condición de hijos. 6Y la prueba de que sois hijos, es que Dios envió a vuestro interior el Espíritu de su Hijo, que grita: ¡Abba! ¡Padre! 7De modo que ya no eres esclavo, sino hijo, y si eres hijo eres también heredero, por obra de Dios.

Explicación.

Lo elemental del mundo (3), lit. "los elementos/rudimentos del mundo" (cf. 4,9; Col 2,8.20), significan para Pablo los determinismos que programan la vida del hombre y restringen o anulan su libertad, lo mismo la Ley judía que las leyes cósmicas (el destino escrito en los astros, cf. Col 2,20).

             La obra de Dios, realizada por Jesús, ha consistido precisamente en liberar al hombre de su condición infantil y darle el estado de hijo adulto; en el derecho helenístico, era el padre quien determinaba el momento de la mayoría de edad del hijo. Llegada ésta, el adulto no necesita códigos que guíen su conducta (4-5). El agente de la nueva condición es el Espíritu, la comunicación de la vida de Dios mismo, que así se manifiesta como Padre. Abba, expresión de intimidad con Dios en la nueva relación de hijos (6-7).

Evangelio. Lucas 1,26-33.

26 A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea que se llamaba Nazaret,
27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
28 Entrando adonde estaba ella, el ángel le dijo:
- Alégrate, favorecida, el Señor está contigo.
29 Ella se turbó al oír estas palabras, preguntándose qué saludo era aquél.
30 El ángel le dijo:
- No temas, María, que Dios te ha concedido tu favor.
31 Mira, vas a concebir en tu seno y a dar a luz un hijo, y le pondrás de nombre Jesús.
32 Éste será grande, lo llamarán Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su antepasado;
33 reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin

Explicación.

La concepción de Juan estaba en paralelo con la de Isaac; la de Jesús lo está con la creación de Adán. Nace de Dios mismo y es principio de una nueva humanidad.

Nazaret (26), nunca nombrado en el AT: lugar no ligado a promesa o expectación mesiánica alguna; esta intervención divina no va a representar una continuidad con el pasado. Galilea, la provincia alejada del centro de la institución judía. La escena no se desarrolla en ambiente oficial: no en el templo, sino en una casa; su protagonista no es un sacerdote, sino una virgen (27) sin genealogía ni mención de observancia (cf. 1,6). Sentido teológico de la virginidad: la absoluta fidelidad a Dios (por oposición a la esposa "adúltera" o "prostituida", figuras del pueblo extraviado, cf. Os 2,4ss; Jr 3,6-13; Ez 16). María representa a "los pobres" de Israel, sin relieve social.

Saludo de alegría (cf. Zac 9,9; Sof 3,14), horizonte de salvación (28). Favorecida: la que goza del pleno favor divino; amor de Dios a los israelitas fieles; el Señor está contigo: fórmula usual en Lucas para indicar la solicitud de DIos por un determinado personaje (Lc 1,66; Hch 7,9; 10,38; 11,21; 18,10; cf. Dt 2,7; 20,1, etc). El saludo no provoca temor (cf. 1,12).


Te ha concedido un favor (30: cf. Gn 6,8; Jue 6,17, etc.); Dios miró a Israel con favor en el momento de su elección; la fidelidad de este Israel pobre le asegura ese favor en el presente. José, el descendiente de David (27), no tiene papel alguno en el plan anunciado por el ángel, Jesús (31) = Dios salva; será María quien imponga nombre a su hijo (cf. 1,13), es decir, éste continuará la línea de la madre, no la de José. Hijo del Altísimo (designación divina de alcance universal) (32), no de David, ni de otro padre humano; "ser hijo", no significa solamente nacer por obra de un padre, sino sobre todo heredar la tradición que éste transmite y tener por modelo de comportamiento al padre; no será David el modelo de Jesús; su mensaje vendrá directamente de Dios, su Padre, y sólo éste será modelo de su comportamiento. Grande, por su filiación divina (no sólo "a los ojos del Señor", cf. 1,15); lo llamarán, lo será y será reconocido por tal. David, su padre/antepasado; le corresponde la herencia de David (a través de José), pero el trono no lo obtendrá por pertenecer a su estirpe, sino por decisión de Dios (32; le dará, no "heredará"). En Jesús se cumplirá la promesa dinástica /2 Sm 7,12), pero no será el hijo/sucesor de David (Lc 20,41-44); sino algo completamente nuevo, aunque igualmente perpetuo (Dn 2,22; 7,14). La casa de Jacob (33), las doce tribus, el Israel escatológico.

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