PRIMERA LECTURA. Daniel 7,9-10.13-14 o Apocalipsis 12,7-12.
DANIEL.
9Durante la visión vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó: Su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. 10Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros.
13Seguí mirando, y en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo una figura humana, que se acercó al anciano y fue presentada ante él. 14Le dieron poder real y dominio: todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Explicación.
7,9 Ya en las escatologías proféticas se celebra un juicio universal, antes de que Dios instaure su reinado (JI 4,12-1; Is 24,21-23; 66,5s).
Los "tronos" son los asientos del tribunal, formado por Dios con su corte. El anciano es Dios mismo: anterior a todo (Isaías 11), que "reina desde siempre" (Sal 55,20) Se sienta tranquilamente, por encima de la tempestad terrestre de los imperios (cfr. Sal 65,8). Venerable por su cabellera, vestido en el blanco de la majestad celeste. El fuego que lo rodea lo hace inaccesible y radiante.
7,10 Con el fuego que brota delante de él ejecuta la sentencia (Is 30,27-33). Fuego con flexibilidad de río de lava para llegar adonde lo manden. Los servidores son innumerables (Dt 33,2; Sal 68,18). Se abren los libros en que están registradas las acciones de los hombres (Is 65,6; Mal 3,16; Sal 56,9). No olvidemos que para nuestro autor se trata e una visión.
7,13 En la visión todo era figura, "como"; también en este punto aparece una "figura humana" o ''figura de un hombre". Sustituir la expresión aramea por "hijo de hombre" es calcar, no traducir. Compárese con el hebreo de Sal 8,5; Is 56,2; Jr 49,18.33; 50,40; 51,43; Job 35, con el arameo de Dn 4,22 equivalente de 5, 21 y 7,8.13. Es una figura humana, contrapuesta a las cuatro fieras; no es un ser misterioso y celeste. No desciende, asciende; aunque, desde el punto de vista del vidente, "viene".
7,14 El personaje recibe el poder antes concedido a Nabucodonosor (4,33; 5,18), sólo que eterno (como la piedra de 2,44).
APOCALIPSIS
7 En el cielo se trabó una batalla. Miguel y sus ángeles declararon la guerra al dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles declararon guerra al dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles, pero no vencieron.
8 y desaparecieron del cielo definitivamente;
9 al gran dragón, a la serpiente primordial que se llama diablo y Satanás y extravía a la tierra entera, lo precipitaron a la tierra y precipitaron a sus ángeles con él.
10 Oí en el cielo una aclamación:
-¡Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios,
de su poderío y de su reinado,
y de la potestad de su Mesías!
Porque han derribado al acusador de nuestros hermanos,
al que los acusaba día y noche ante nuestro Dios;
11 ellos lo vencieron con la sangre del Cordero
y con el testimonio que pronunciaron
y no amando la vida hasta temer la muerte.
12 Regocijaos por eso, cielos
y los que en ellos habitáis.
¡Ay de la tierra y del mar!
El diablo bajó contra vosotros rebosando furor,
pues sabe que le queda poco tiempo.
EXPLICACIÓN.
Paréntesis. Miguel (cf. Dn 10,13,21; 12,1) representa la fuerza divina en favor del pueblo de Dios, la comunidad cristiana. La batalla: transposición a nivel trascendente de un antagonismo existente a nivel histórico: Dios (el mensaje de Jesús) niega el carácter divino del poder; éste pretende conservar la usurpada condición divina (Lucharon, etc. ) (7). Mientras el Hombre ha sido elevado a la esfera divina (12,5), su antagonista, el dragón/poder, es expulsado definitivamente de ella. Desacralización del poder político y de sus agentes (sus ángeles), con alusión a la divinización del Estado fomentada por el culto al emperador (8). Se identifica al dragón/poder con la serpiente que provocó el pecado y la muerte del género humano. No es sólo violento, sino también insidioso (9: extravía, como a los primeros padres). Ruina de sus pretensiones: el dragón/poder es sólo una realidad terrestre.
Aclamación: El reinado de Dios y del Mesías en lugar de la tiranía del dragón (10a). El poder y sus agentes acusaban de impiedad a los cristianos por negarse a practicar el culto imperial (cf. Job 1-2; Zac 3,1s); según ellos, acatar el poder equivalía a acatar a Dios (10b). La batalla mítica entre Miguel y el dragón se expone en términos históricos: son los cristianos quienes han vencido al dragón. La muerte de Jesús a manos de los poderes del mundo (la sangre del Cordero) les ha dado fuerza para desafiarlos, sin arredrarse por la pérdida de la vida (11). Alegría por la liberación (12a). El poder, consciente de su fracaso y de su precariedad, va a actuar con mayor saña (12b).
SALMO. 138,1-5.
1Te doy gracias de todo corazón;
frente a los dioses tañeré para ti.
2Me postraré hacia tu santuario,
dando gracias a tu nombre,
por tu lealtad y tu fidelidad;
porque has exaltado hasta el cielo tu promesa.
3Cuando te llamé me respondiste,
has removido el vigor de mi aliento.
4Que te den gracias, Señor, los reyes del mundo
cuando escuchen tus discursos.
5Que canten los caminos del Señor:
¡qué grande es la gloria del Señor!
Explicación.
138,1 "De todo corazón": la frase convencional suena sincera en una situación de liberación reciente. "Frente a los dioses": no la corte celeste, sino los extranjeros, quizá los de Babilonia: véase Ex 20,3 con otra formulación.
138,2 La primera frase procede del Sal 5,8. El "templo" es centro de orientación y define la posición del orante: 1 Re 8,31. 33.38.44.48. La última frase es dudosa: corrijo como otros "nombre" en "cielos".
138,3 Manteniendo el texto hebreo, Dios incita al hombre internamente y le da fuerza: compárese con Esd 1,5.
138,4 Supone el orante que los oráculos del Señor se escuchan en todo el mundo.
138,5 Correlativa de la palabra es la acción, en la cual se manifiesta la gloria del Señor.
Transposición cristiana.
El último verso tiene una aplicación egregia a la vida cristiana: tensa entre una salvación otorgada y una salvación por culminar. Muy semejante suena Flp 1,6.
EVANGELIO. Juan 1,47-51.
47. Jesús vio a Natanael, que se le acercaba, y comentó:
- Mirad un israelita de veras, en quien no hay falsedad.
48. Natanael le preguntó:
-¿De qué me conoces?
Jesús le contestó:
-Antes que te llamara Felipe, estando tú bajo la higuera, me fijé en ti.
49. Natanael le respondió:
- Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres rey de Israel.
50. Jesús le contestó:
-¿Es porque te he dicho que me fijé en ti debajo de la higuera por lo que crees? Pues cosas más grandes verás.
Explicación.
Jesús describe a Natanael como a modelo de israelita. La mención de la higuera alude a Os 9,10 (LXX): “Como racimo en el desierto encontré a Israel, como en breva en la higuera me fijé en sus padres”. El profeta describía la elección del pueblo; Natanael representa precisamente al Israel elegido que ha conservado la fidelidad a Dios; Jesús renueva la elección (47-48). Reacción entusiasta de Natanael: Rabbí: maestro fiel a la tradición (cf. V.45: Moisés en la Ley); Hijo de Dios: Mesías, el rey mesiánico (v.45: los profetas), interpretando como rey de Israel, el prometido sucesor de David (Sal 2,2.6s; 2 Sm 7.14; Sal 89,4s.27), que restauraría la grandeza del pueblo, no como en boca de Juan Bautista (1,33-34; el Hijo de Dios_ el portador del Espíritu).
La obra del Mesías no se limita a la elección de Israel (higuera). Primera declaración de Jesús sobre sí mismo. Alude a la visión de Jacob en Betel (Gn 28,11-27).
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