domingo, 8 de marzo de 2020

4 DE MAYO

PRIMERA LECTURA. Hechos 11,1-18.

1 Los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los paganos habían aceptado el mensaje de Dios.
2 Cuando Pedro subió a la ciudad de Jerusalén, los partidarios de la circuncisión le reprochaban:
                  3 - Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos.
                4 Entonces Pedro, empezando por el principio, les expuso los hechos por su orden:
                  5 - Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando en un arrebato tuve una visión: una cosa que bajaba, como un toldo enorme, que por los cuatro picos era arriado del cielo hasta donde yo estaba.
6 Miré, me fijé y vi los cuadrúpedos que hay en la tierra, las fieras y los reptiles y los pájaros del cielo.
7 Luego oí una voz que me decía: "Levántate, Pedro, sacrifica y come".
8 Yo repliqué: "Ni pensarlo, Señor; nunca ha entrado en mi boca nada profano o impuro".
9 Por segunda vez hablo una voz del cielo: "Lo que Dios ha declarado puro, no lo llames tú profano".
10 Esto se repitió tres veces, luego tiraron de todo aquello y lo subieron otra vez al cielo.
11 En aquel preciso momento se presentaron en la casa donde estábamos tres enviados desde Cesarea con un recado para mí.
12 El Espíritu me dijo que fuera con ellos sin poner reparos. Me acompañaron también estos seis hermanos y entramos en la casa de aquel hombre.
13 El nos contó cómo había visto al ángel que se presentó en su casa diciéndole: "Envía alguien a Jafa y manda a buscar a Simón el llamado Pedro.
14 L oque te diga él te traerá la salvación a ti ya tu familia".
15 En cuanto empecé a hablar, bajó impetuosamente el Espíritu Santo sobre ellos, igual que sobre nosotros al principio,
16 y me acordé de aquel dicho del Señor "Juan bautizó con agua; vosotros, en cambio, seréis bautizados con Espíritu".
17 Pues si Dios quiso darles a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesús Mesías, ¿cómo podía yo impedírselo a Dios?
               18 Con esto se calmaron y alabaron a Dios diciendo:
               - ¡Así que también a los paganos les ha concedido Dios el arrepentimiento que lleva a la vida!

EXPLICACIÓN.

Tercer cuadro: La noticia de la integración de gente de origen pagano en la comunidad, sin mediar la circuncisión, ha llegado veloz a la iglesia de Jerusalén (11,1). Los hermanos circuncisos le echan en cara a Pedro, cuando osa presentarse allí, que se ha contaminado con gente impura. (2s).

         La rec. occ. contiene elementos nuevos: "Pedro, al cabo de largo tiempo, decidió ir a la ciudad de Jerusalén. Mandó llamar a los hermanos para confirmarlos, mientras enseñaba por aquella región y les hablaba largamente. Cuando llegó allí les notificó el favor concedido por Dios. Pero los hermanos partidarios de la circuncisión se pusieron a reprocharle, etc.". Según esto, Pedro no tiene prisa en ir a Jerusalén; la decisión ha sido madurada durante largo tiempo. Es más, aprovecha la ocasión para afianzar a los hermanos en la fe, según le había predicho Jesús: "Y tú, cuando te conviertas, afianza a tus hermanos" (Lc 22,32). La "conversión" de Pedro ha tenido lugar en casa de Cornelio.

         Pedro se justifica haciendo resaltar la concatenación de los hechos (4). Subraya a continuación los puntos esenciales que lo han conducido a ese cambio tan radical, omitiendo los que podrían suscitar animosidad. Omite así que "sintió hambre" mientras oraba, subraya que la visión del toldo que bajaba del cielo lo sacó fuera de sí (5), que fijó la atención en su contenido y que percibió distintamente los cuatro reinos de la creación (6).

         El diálogo es prácticamente el mismo (7-9). Recalca, con el triple forcejeo entre él y Jesús, que lo que estaba en juego era el futuro de la misión (10). Hace incapié en la llegada de tres enviados de Cesarea "en la casa donde estábamos", sin mencionar el nombre del centurión Cornelio ni el de Simón el curtidor, pero dando a entender que no estaba solo (11). Enfatiza la invitación del Espíritu y precisa que lo acompañaron los seis circuncisos allí presentes (12).

         En lo concerniente al encuentro con Cornelio sigue omitiendo su nombre, así como el de Simón el curtidor, en el encargo que aquél había recibido del ángel (13). Revela por fin que tenía el encargo de Jesús de comunicar a los paganos un mensaje de salvación (14), escudándose en el hecho de que el Espíritu Santo irrumpió sobre los paganos, lo mismo que sobre ellos en Pentecostés, apenas él había empezado a hablar (15).

        Termina con un detalle que nos era desconocido: la irrupción del Espíritu sobre los paganos le hizo comprender el alcance del dicho del Señor que diferenciaba el bautismo con agua, propio del Bautista, del bautismo con Espíritu Santo (16). Omite la mención del bautismo con agua (cf. 10,47s). Al sacar la conclusión de este nueva manifestación del Espíritu, esta vez sobre los paganos, repite en términos parecidos que se trata del mismo don y que él no era quién para impedírselo a Dios (17).

          La argumentación de Pedro no admite réplica. La Iglesia de Jerusalén no puede negar la evidencia de estos hechos, avalados por el testimonio de Pedro y de sus seis acompañantes, todos ellos circuncisos. Sin embargo, no alaban a Dios por el don del Espíritu concedido a los paganos, sino solamente por el don del arrepentimiento (18, cf. 5,31). Se abre con ello un compás de espera. Volverán a la carga más adelante, forzando la convocatoria de la asamblea de Jerusalén.

          Lc había anticipado en el Ev. el tema de la entrada de los paganos en el Reino al describir el acercamiento masivo de los recaudadores y descreídos a Jesús y el consiguiente reproche de los fariseos y los letrados (Lc 151s). La respuesta de Jesús en forma de un tríptico de parábolas (oveja y dracma perdida, hijo pródigo: 15,3-32) no provocó reacción alguna de los adversarios. Lc dejó así abierta la cuestión para replantearla en Hch en este tríptico, donde, después de verificarse la trascendental apertura de la iglesia al mundo pagano, se comprueba una reacción contraria parecida a aquélla, esta vez por parte de los circuncisos. La disyuntiva "justos/pecadores" del Ev. desemboca en Hch en la disyuntiva "circuncisos/paganos", basadas ambas en el postulado judío de lo "puro/impuro, sagrado/profano".    

SALMO. 42,2-3:43.3-4.

422 Como ansía la cierva corrientes de agua,
así mi alma te ansía, oh Dios.
3 Mi alma está sedienta de Dios,
del Dios vivo.
¿Cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
433 Envía tu luz y tu verdad
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada,
4 y me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi gozo y alegría.
Te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.

Explicación.

42,3 "Alma": nepesh es la garganta como órgano que experimenta la sed y como sede de la respiración / vida; es también símbolo del espíritu.

43,3 Dos personificaciones conducirán al desterrado al monte, al templo, al altar.

43,4 Domina el gozo festivo, como en 5c. Desborda el verso la repetición del nombre de Dios: la ausencia se resuelve en presencia.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

Para el cristiano la presencia de Dios está en Jesucristo, verdadero y definitivo templo. Con todo, no puede decir que Dios esté siempre a su disposición. Hay en la vida cristiana tiempos de ausencia sentida, de noche oscura y escondimiento. Y en esta vida, nunca la presencia será total; tendremos que contar con la polaridad de ausencia y presencia. Eso enseñan los maestros espirituales y los místicos. 

EVANGELIO. Juan 10,11-18.

11. Yo soy el modelo de pastor. El pastor modelo se entrega él mismo por las ovejas;
12. el asalariado, como no es pastor ni son suyas las ovejas, cuando ve venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa;
13. porque a un asalariado no le importan las ovejas.
14. Yo soy el modelo de pastor; conozco a las mías y las mías me conocen a mí,
15. igual que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre; por eso me entrego yo mismo por las ovejas.
16. Tengo además otras ovejas que no son de este recinto: también a ésas tengo que conducirlas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor.
17. Por eso el Pare me demuestra su amor, porque yo entrego mi vida y así la recobro.
18. Nadie me la quita, yo la entrego por decisión propia. Está en mi mano entregarla y está en mi mano recobrarla. Este es el mandamiento que recibí de mi Padre.

Explicación.

Pastor (11) describe su actividad. No es un pastor más, sino el modelo: su característica es dar su vida para dar vida a los suyos. Figura negativa (12-13), el asalariado, el que mira a su ganancia.

Relación de Jesús con los suyos (14-15). Antes afirmaba un conocimiento personal de cada uno (4), ahora, de la comunidad; conocimiento profundo e íntimo; relación de amor en el mismo Espíritu (1,16), tan profunda que la compara a la que existe entre él y el Padre, basada también en la comunidad de Espíritu. Su conocimiento/amor a los suyos y al Padre lo lleva a dar la vida para así comunicarla a los que le dan su adhesión.

Horizonte de la futura comunidad (16): la humanidad entera (1,9; 3,16; 4,42; 8,12). Jesús forma una comunidad humana (rebaño), pero no funda una nueva institución (recinto, lit. “atrio”, alusión al templo) opuesta a la judía. Su comunidad universal no está encerrada en institución nacional o cultural alguna. Su base son los hombres acabados por el Espíritu; ellos, según los tiempos y los lugares, encontrarán las expresiones adecuadas a la realidad que viven.


Jesús se entrega a sí mismo y así se recobra (17), porque darse a sí mismo significa adquirir la plenitud del propio ser. Se recobra con la plena identidad del Hijo, al que el Padre demuestra su amor. Absoluta libertad de su entrega (18).

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